De la Puna al Planeta Rojo: investigan en la provincia las condiciones de vida que podrían existir en Marte

A 4000 metros sobre el nivel del mar, científicos argentinos y un investigador uruguayo indagan sobre la adaptación de ciertos organismos a condiciones sumamente extremas.

En la cordillera de los Andes y en la región de la Puna, entre volcanes, salares y lagunas, viven algunos de los microorganismos más aislados e interesantes del planeta: seres vivos que se han adaptado a condiciones extremas. Su estudio ayudaría a entender cómo surgió la vida en la Tierra​ y aportaría más datos para la búsqueda de vida en Marte.

En la última campaña científica realizada en enero de este año mediante un trabajo colaborativo del Laboratorio de Investigaciones Microbiológicas de Lagunas Andinas (LIMLA) del CONICET con el Centro de Astrobiología de Madrid se tomaron, para el laboratorio argentino, muestras de los ecosistemas microbianos en la Puna de Catamarca​ que tendrían interés astrobiológico.

El equipo estuvo conformado por María Eugenia Farías, directora del LIMLA; Federico Agustín Vignale y Patricio Villafañe, becarios doctorales del CONICET; Daniel Carrizo, investigador uruguayo del Centro de Astrobiología de España y el apoyo logístico y audiovisual de Luis Ahumada, Nicolás López e Ignacio Giannini.

«Investigar este lugar es más que interesante: está a más de 3.500 metros, tiene poco oxígeno, muchas variaciones de temperatura, alto contenido en elementos tóxicos, está sometido a alta radiación ultravioleta y es hipersalino», comentó Carrizo en una entrevista con la agencia Efe.

El recorrido de la campaña comenzó en Laguna Carachi Pampa, siguió por Laguna Diamante, el Volcán Galán, Laguna Verde, Laguna Pozo Bravo, la Fuente Termal Botijuelas en el Salar de Antofalla y finalizó en Laguna Tres Quebradas. Del 17 hasta el 24 de enero los siete puntos escogidos forman parte de los 20 ambientes explorados que el LIMLA estudia desde hace años en Catamarca. En el trabajo de campo, el instituto argentino recopiló muestras de estromatolitos «rocas vivas, orgánicas» para realizar análisis metagenómicos. En palabras de Farías, estos análisis consisten en que «literalmente les extraemos el ADN, lo secuenciamos y mediante estudios de bioinformática vemos que microorganismos están viviendo allí y que metabolismos predominan. Ya en el año 2016 habíamos encontrado que estos microorganismos usan mecanismos arcaicos para respirar arsénico”.