Los barrabravas ganan protagonismo en la crisis social y elevan la tensión

La muerte de un hincha reactivó las manifestaciones y los incidentes con la policía.

«Calles con sangre, canchas sin fútbol». La frase se escribió en las banderas que las hinchadas desplegaron en los estadios chilenos durante las últimas semanas, dando cuenta de una intención concreta: remarcar su protagonismo en la actual crisis social.

Además de aquella demostración de fuerza, y de exaltar una cohesión -pocas veces vista- entre los representantes de los distintos equipos del fútbol trasandino, en los últimos días se produjeron varios incidentes. La muerte de un hincha del club Colo Colo, atropellado por un camión de carabineros después de un partido del torneo, reactivó el clima de tensión en el país y, en menos de una semana, los hechos de violencia se sucedieron en diversos estadios chilenos.

En la ciudad de Coquimbo, el partido entre el equipo local y Audax Italiano fue suspendido cuando decenas de hinchas ingresaron al terreno de juego, donde destruyeron la cabina del VAR y equipos de la transmisión televisiva.

En Santiago, en tanto, barrabravas y policías se enfrenaron en la tribuna antes del inicio del partido entre Universidad Católica y O’Higgins, y en el duelo entre Universidad de Chile e Inter de Porto Alegre, por la Copa Libertadores, un sector del ala sur del Estadio Nacional fue incendiado en pleno desarrollo del juego.

Ante la escalada de violencia, la Asociación Nacional de Fútbol Chileno (ANFP) anunció la creación de una unidad especializada para enfrentar el vandalismo y una revisión a la actual ley de violencia de los estadios, un marco legal que ha recibido críticas por sus escasos resultados.

De igual modo, las acciones de las barras bravas no solo han estado relacionadas únicamente con sus intentos de sabotear los partidos de fútbol, sino de realzar su protagonismo en un contexto social convulsionado.

«Son grupos cuya capacidad de organización sobresale en un movimiento que carece de una estructura formal. Esa experiencia organizativa y de movilización también se complementa con esta idea de representar un malestar y descontento, tal como ocurrió en los estadios chilenos en la década de los 80 durante la dictadura», analizó Octavio Avendaño, doctor en ciencia política y profesor asociado del departamento de sociología de la Universidad de Chile.

En el inicio del estallido social, una de las imágenes más llamativas fue la aparición de los hinchas de Colo Colo, Universidad de Chile y Universidad Católica, los tres equipos más populares chilenos, manifestándose como un solo cuerpo. «Perdimos mucho tiempo luchando entre nosotros», fue la consigna que se repitió en los días más convulsionados.

Su presencia se multiplicó en las diversas manifestaciones, y las banderas y lienzos de las barras de fútbol se transformaron en parte de la escenografía cotidiana. Precisamente, y en el momento más álgido del estallido, la administración del presidente Sebastián Piñera apuntó a las barras ligadas al narcotráfico como parte de los responsables de la violencia, y un informe gubernamental develó que desde el 18 de octubre se detuvo a más de 100 integrantes de estos grupos de adherentes por delitos como robos, saqueos, incendios y violación a la ley de control de armas.

«El movimiento es el que atrae a las barras. Y no es que dependa de su capacidad de conducción, sino que así lo ha hecho con otras organizaciones sociales o territoriales, o algunos colectivos de carácter más político», comentó Octavio Avendaño, profesor de sociología de la Universidad de Chile.

«El estallido social tuvo varios ciclos de efervescencia, de descenso o de repliegue, pero también de reactivación. Así como ahora fueron las hinchadas del fútbol los que reactivaron, en un momento el movimiento se activó por el fenómeno de las Tesis y la irrupción del feminismo, o los propios estudiantes y las protestas que realizaron a las pruebas de selección universitaria. El movimiento no paró porque siempre hay un actor que interviene», añadió el experto.

Presencia

Para Julia Cerda Carvajal, doctora en sociología y directora del programa «Familia y Comunidad» de la Universidad Tecnológica Metropolitana, las barras bravas elevaron su presencia y fuerza durante el estallido porque sus integrantes configuraron «un escenario de reconocimiento y validación, que les permite gozar del prestigio del grupo».

«Pareciera ser una forma de respuesta a la crisis de representatividad y los componentes históricos relacionados con la expresión de descontento social. El fenómeno de las barras bravas pertenece a esta nueva forma de configurar la identidad de miles de personas», agregó la investigadora social.

Por el momento, 14 barras de los equipos de fútbol locales mostraron su respaldo a las movilizaciones y las expectativas están centradas a lo que pueda ocurrir el próximo mes, tras el fin del periodo estival. «La lucha sigue tenaz sin descansar. Tiemblen, se les viene marzo y no habrá gobierno ni leyes represivas que lo resista», amenazó vía redes sociales una de las células más de choque que integran la Garra Blanca, la barra brava de Colo Colo, en una declaración de intenciones que mantiene en alerta a las autoridades.