“Una prisión flotante”: Cómo es la cuarentena a bordo del crucero con decenas de casos de coronavirus

Según el protocolo anunciado, los pasajeros y la tripulación deberán estar dos semanas sin salir de sus cabinas mientras continúan los análisis de aquellos que estuvieron en contacto con las personas contagiadas.

Miles de personas han visto cómo sus vacaciones de ensueño en un crucero se convierten en una auténtica pesadilla por el brote de coronavirus, que forzó una cuarentena ante la detección de al menos 20 personas contagiadas a bordo.

El Diamond Princess, en la costa de Yokohama (al sur de Tokio) cuenta con 2.666 pasajeros y 1.045 tripulantes que no pueden descender de la embarcación y deben recluirse en sus estrechas habitaciones. Es probable que ese encierro dure, por lo menos, dos semanas.

Tras la detección inicial de 10 casos, este jueves las autoridades japonesas confirmaron que otros 10 pasajeros estaban infectados, mientras continúan realizando los análisis: todavía hay miles de personas a bordo sin diagnóstico, por lo que la cifra podría crecer considerablemente entre individuos que no aún no muestran síntomas. Los nuevos infectados son cuatro japoneses, dos estadounidenses, dos canadienses, un neozelandés y un taiwanés, con edades comprendidas entre los 50 y los 70 años.

El crucero de lujo del 50 aniversario de la boda de David Abel comenzó con él comiendo hasta hartarse y disfrutando de las vistas de Asia Oriental. Ahora, lo tiene en encierro, con comida de reducida calidad y poca agua, pero intenta no perder el humor frente a la palpable tensión del ambiente.

Resplandeciente con una magnífica camisa floreada de vacaciones, Abel ha informado y entretenido al mundo con un humor británico único mientras entrega actualizaciones regulares de la vida en el crucero. “Sé que el servicio de habitaciones también está recibiendo estos mensajes… así que… ¿podría alguien del servicio de habitaciones traerme un plátano fresco, todos los días? Sólo un plátano, es todo lo que pido”, suplicó. Además, redobló la apuesta y le pidió al capitán un vaso de whisky.