Las revueltas sociales han lastrado el crecimiento de la economía chilena en 2019. Aunque el Banco Central informará en marzo los datos oficiales, se estima que el PIB de 2019 será de un 1,2%, la mitad de lo proyectado antes del estallido social cuando se esperaba un crecimiento anual en torno al 2,5%. El de 2019 será el peor desempeño de la economía chilena desde la 2009, cuando la Gran Recesión puso contra las cuerdas al país sudamericano.
Este lunes, el Banco Central informó de que el Índice Mensual de Actividad Económica (Imacec) subió 1,1% en diciembre respecto del mismo mes del año anterior, sorprendiendo positivamente al mercado. Fue explicado, sobre todo, por la expansión del sector minero. Pero el dinamismo que se observó en el último mes del año no alcanzó para contrarrestar el impacto negativo. En octubre, el Imacec cayó un 3,4% respecto del mismo mes de 2018 y en noviembre, 3,3%.
El director del área económica de la Fundación Chile 21, Eugenio Rivera, señala que “el mejoramiento sustantivo de diciembre respecto de los meses anteriores se explica por una situación social menos complicada y un claro decrecimiento de las protestas y manifestaciones”. Para Rivera, “Chile comienza a salirse del agujero en el que estuvo entre octubre y noviembre, aunque el problema actual son las expectativas”. El economista explica que entre los agentes económicos y en especial entre los empresarios existe un alto nivel de pesimismo y lo que ocurra en marzo será fundamental: “En general, la economía depende en buena parte de la política, pero nunca tanto como actualmente”.
Rivera se refiere a la incertidumbre en torno a marzo. Ese mes comienza el año académico, las familias deben realizar pagos anuales importantes –como el permiso de circulación vehicular–, se conmemora el Día Internacional de la mujer, que este 2020 sería especialmente activo, y el Gobierno de Sebastián Piñera conmemora la mitad de su mandato (2018-2022).
Las autoridades esperan que en marzo podrían resurgir no solo la protesta, sino la violencia, a un mes del plebiscito del 26 de abril, cuando la ciudadanía decida si quiere cambiar la Constitución vigente desde la dictadura y el mecanismo para su eventual reemplazo. “Existe un asunto central en lo político que incide en lo económico: uno podría afirmar que el presidente Piñera está bastante desaparecido, pero en la oposición no existe un liderazgo que pueda enfrentar a los grupos violentistas que consideran que los cambios no serán nunca suficientes, porque lo que buscan es enfrentar la institucionalidad”, indica el economista.
El efecto del estallido ha sido significativo en el ámbito de la economía real, donde todos los componentes han caído, particularmente la inversión. Entre los sectores que más se han resentido están el comercio, el turismo y los servicios. Para el economista Sergio Urzúa, profesor de la Universidad de Maryland e investigador de Clapes-UC, resultaba bastante claro que el shock económico estuvo focalizado en los dos primeros meses de la crisis social y que en diciembre “la economía funcionó, aunque a media máquina”. “El dato oscuro y negativo es que Chile crece en 2019 a un 1,2% –muy malo con respecto a lo que estaba acostumbrado– y probablemente lo que observamos en los últimos 100 días se traducirá en un desempeño mediocre en el largo plazo. Es el gran riesgo que tiene Chile: ¿cómo poder dinamizar su economía en el futuro, habiendo zafado de la recesión técnica?”, se pregunta Urzúa.
La gran duda para los economistas es lo que ocurrirá en 2020 y en los próximos años con el país que en las últimas tres décadas fue el alumno aventajado de América Latina. El Fondo Monetario Internacional (FMI) rebajó a 0,9% previsión de PIB de Chile para 2020, lo que se explica tanto por la violencia que enfrentó el país a partir de octubre como por la incertidumbre política, según Urzúa. “El proceso constituyente que ha abierto Chile representa un grado de incertidumbre importante para los agentes económicos, por lo que resulta fundamental que se conduzca de una forma inteligente y sensata. Y existe un asunto fundamental: la violencia parece no detenerse y resulta complejo conducir un proceso constituyente en estas condiciones”, indica el investigador y académico.
Las consecuencias de las revueltas en los activos financieros de Chile han sido, sin embargo, moderadas. Si bien el país tuvo una depreciación del tipo de cambio en torno al 7% en las primeras semanas de las protestas, no fue descontrolado. Las tasas de interés, por otra parte, se han mantenido en niveles similares que antes de la crisis y el riesgo país ha crecido relativamente poco.
Chile es uno de los países con mejor acceso a los mercados internacionales en América Latina y pese a los altos niveles de violencia de los últimos 100 días, la visión que se tiene desde el exterior se ha mantenido relativamente positiva. Pero el escenario se encuentra abierto: un reciente informe de Bloomberg señala que Chile podría dejar de ser el primer país entre las economías seguras de América Latina, una reputación ganada con esfuerzo.
Pese a los pronósticos, el desempleo no ha mostrado subidas significativas a propósito del estallido social y se mantiene en el rango del 7%, aunque se ha disparado el empleo callejero. Con menor crecimiento y mayores demandas sociales –muchas de las cuales han sido acogidas–, Chile tendrá este año mayor déficit fiscal. Luego de 17 meses de discusión se acaba de aprobar una reforma tributaria para financiar parte de la agenda acordada entre el Gobierno y la oposición.