Cerrillos y la producción de tabaco: Sólo por ser mujeres, no les pagan el aguinaldo y no pueden reclamar

Mujeres que trabajan en los campos de tabaco contaron sus penurias familiares y laborales en un taller sobre violencia de género en el ámbito rural. Muchas de ellas confesaron que son golpeadas por sus parejas.

Negar el pago del aguinaldo a una trabajadora por ser mujer es otra forma grosera de violencia de género, ya que posterga los derechos de la trabajadora que por ley debe ser tratada con igualdad.

Lamentablemente hoy sigue ocurriendo en algunas fincas tabacaleras ubicadas a pocos kilómetros de la capital salteña, donde las mujeres reciben menor remuneración que los hombres por ser simplemente mujeres, y son situaciones que aún no logran ser erradicadas en nuestra sociedad.

En algunos sectores rurales, de acuerdo al relato de experiencias actuales, estas burdas diferencias aún no cesaron.

En la ciudad de Cerrillos, en una jornada de fortalecimiento familiar, organizada por la Fundación Aynunakuy y Renatre (Registro Nacional de Trabajadores Rurales y Empleadores) un grupo de mujeres contó este tipo de experiencias que son diarias para ellas y que dejaron estupefactos a los organizadores por los testimonios en primera persona. Claro, en teoría todos son catedráticos, pero cuando la realidad nos muestra el rostro, la cosa cambia de perspectiva.

También se supo que en varios campos de la zona hay mujeres que evitan denunciar a sus maridos por violencia doméstica, porque temen ser echadas de las casas prestadas por el patrón, porque al permiso para vivir se lo dan al hombre, no a la mujer. Es decir, aunque trabajen duro, siempre se sienten en inferioridad de condiciones y sometidas.

Estos relatos que parecieran sacados de una novela del siglo pasado, fueron ventilados por trabajadoras del ámbito tabacalero en una sala de la escuela Gabriela Toranzo de Peretti N§ 648 del paraje La Falda, a un costado de la ruta nacional 68.
Asesorar sobre derechos

«Escuchamos estos relatos de atropellos a los derechos de todo trabajador y sobre todo de las mujeres, en medio de una charla destinada a mujeres y hombres del ámbito rural. Hicimos saber de sus derechos en situaciones de violencia de género e institucional y cómo actuar en estas circunstancias», comentó a El Tribuno Myriam Chocobar de la Fundación Aynunakuy.

Agregó: «Cuando nos comentaron sobre estos reclamos, inmediatamente dimos las instrucciones de cómo se deben seguir estos casos ante los organismos correspondientes». «Asesoramos a las señoras porque vimos que el atropello no es nuevo, y que estas mujeres se sienten desamparadas cuando son víctimas de desprecio», explicó Chocobar.

No es tu casa

Otras mujeres plantearon que no denuncian ser víctimas de violencia intrafamiliar porque temen ser desalojadas por los patrones. La razón radica en que la «palabra» de quedarse en la vivienda prestada en la finca es del hombre. De pronto la lectura que se puede hacer es que la «palabra» de la mujer no tiene crédito.

«Señoras que son trabajadoras rurales padecen de violencia en sus hogares, y no se animan a denunciarlo porque la casita prestada por el patrón fue un trato con el hombre de la casa, es decir que la mujer no es parte de ese trato y ante cualquier problema, ella es la que se debe ir, no el hombre, es increíble que esto ocurra en estas épocas todavía», resaltó Chocobar. La mayoría de las mujeres, ante los hombres presentes, afirmaron que reciben menor remuneración que los hombres por su condición de mujer. «Ni siquiera nos pagan aguinaldo, porque somos mujeres» aseguró una de las señoras presentes.

No pasa en todas las fincas

Igualmente es válido aclarar que estas irregularidades no ocurren en todas las fincas tabacaleras del Valle de Lerma.
Los planteos escuchados fueron documentados y acercados por Renatre ante las autoridades de Trabajo, a fin de que puedan evaluar las acciones a seguir para cortar con la injusticia que se comete.