Trabas a importaciones: habrá cumbre de empresas y Gobierno para atenuar las restricciones

El ministro de Desarrollo Social visitó el mercado mayorista de Avellaneda, de la UTT y destacó la importancia de este tipo de comercios para fomentar el consumo de alimentos agroecológicos.

Los funcionarios que integran el Ministerio de Desarrollo Productivo se encargan de dejar en claro, hacia afuera, que las medidas que lanzaron en los últimos días no tienen como objetivo cerrar la economía sino reforzar el monitoreo de lo que ingresa a la Argentina, evitando que la Aduana se convierta en una suerte de «autopista» como sucedía -argumentan- en épocas de Macri.

Sin embargo, en cada uno de los encuentros que fueron teniendo, la bajada de línea que han venido recibiendo los representantes de las entidades fue muy similar en todos los casos. El mensaje es que el Gobierno persigue dos grandes objetivos: cuidar los dólares y preservar el empleo y a la industria nacional.

El conflicto es que, en la teoría, la Organización Mundial del Comercio (OMC) no permite restricciones arbitrarias de las importaciones.

Hay mecanismos que sí están habilitados, como la aplicación de aranceles externos –como los que Argentina acordó en el marco del Mercosur- y la aplicación de Licencias No Automáticas, las cuales acaban de ser relanzadas. Este instrumento permite demorar una solicitud de importación solo por 60 días y con fines de monitoreo. Por encima de ese lapso, se entraría en conflicto con la legislación internacional.

Durante épocas de Cristina Kirchner, cuando Guillermo Moreno era quien tenía la llave de la cerradura del Comercio Exterior, la Argentina no atendió varias reglas del comercio mundial y así florecieron las demandas de otros países ante la OMC. Pero esos litigios suelen demorar meses o años y el kirchnerismo ganó lo que más necesitaba en épocas de fuerte escasez de divisas: tiempo.

Ahora, la gran pregunta que se hacen las empresas es cómo el Gobierno va a utilizar las LNA, si se va a ceñir a los dos meses máximo de plazo. Y, además, con qué finalidad los funcionarios van a utilizar la información que está solicitando en el archivo Excel que tienen que completar las compañías que adquieran bienes o insumos en el exterior, tal como informara iProfesional.

A través del controvertido archivo, denominado «Proyecciones Comex 2020», se les pide a las compañías que consignen de manera exhaustiva las estimaciones de importaciones hasta el año 2022. Los requerimientos, vale decirlo, son bastante similares a los que pedía el mismo Guillermo Moreno en su momento. El problema es que, en aquel entonces, esa información se utilizó para, de manera discrecional, quién podía operar y qué podía traer.

¿Cómo funcionará el sistema ahora? Desde el Gobierno aseguran que no se está reinaugurando la etapa del cierre del comercio exterior y que se respetarán los plazos establecidos por la legislación internacional.

Pero para los empresarios, hay dudas. No solo entre los importadores puros, es decir, los que no tienen actividad productiva en el país. También hay preocupación entre los propios fabricantes, ya sea que requieran insumos o máquinas de afuera o bienes terminados para completar su portfolio para el mercado interno.

Un caso típico es el de las automotrices: producen con componentes nacionales e importados y también traen del exterior unidades terminadas para ampliar su oferta.

Reunión cumbre

En este mar de dudas se mueven los empresarios del sector importador, que tendrán una cumbre clave con Ariel Schale el próximo jueves 16 de enero con el secretario de Industria, Ariel Schale.

Schale es muy reconocido entre los fabricantes Pyme, dado que se venía desempañando en los últimos años como director ejecutivo de Fundación ProTejer, desde donde siempre se mostró crítico hacia la apertura indiscriminada de la economía.

Desde la entidad que nuclea a los importadores aclaran que el objetivo es tener un diálogo constructivo y llevar alternativas, propuestas y opiniones para trabajar en conjunto de cara a los próximos meses.

La idea, entonces, es no confrontar. Sin embargo, sí van con una larga lista de dudas que les fueron llegando a través de los asociados, que la semana pasada comenzaron a recibir un mail en sus casillas con el instructivo para completar el mencionado Excel y enviar así sus proyecciones de importaciones de acá al 2022.

En este sentido, preocupa que la información que se vuelque en ese archivo sea vinculante. Es decir, ¿qué sucederá con una firma que consigne un monto de compras al exterior para el 2020 similar al del recesivo 2019 y luego termine teniendo que importar más? ¿Habrá espacio para negociar un incremento si los técnicos ya le aprobaron un «presupuesto» de comercio exterior?

«Podría haber un grupo que se ocupe de los rubros sensibles, como textil, calzado y juguetes; otro para terminales, autopartistas y motos, y así sucesivamente», arriesga la fuente, que pidió estricto off the record.

Un consultor que asesora a numerosas empresas, y que también pidió no ser mencionado, agrega que hasta el momento tampoco hubo un criterio que permita conocer qué tipo de compañías deben completar el Excel.

«Nos hemos encontrado con casos de todo tipo. Hay empresas grandes y Pymes que recibieron el instructivo. Y muchas otras que todavía no. También, desde el Gobierno se envió el archivo a algunas cámaras para que lo distribuyan entre sus asociados. Todavía no hay un patrón claro. Creemos que están enviándolo a los importadores que estuvieron activos en el último trimestre del año pasado», señala.

En busca de ahorrar dólares

Frente a los compromisos del pago de deuda que enfrenta el Gobierno, la tentación de limitar la salida de divisas es fuerte.

Por el lado del turismo, el salto del billete verde y el impuesto del 30% augura un achicamiento del déficit, el cual fue de u$s5.000 millones en 2019 y de u$s8.000 millones en 2018. En el sector apuestan a que el rojo, de la mano de una mayor llegada de visitantes al país y una menor salida de argentinos, se achique hasta los u$s3.500 millones.

Por el lado de la balanza de bienes, el año pasado se obtuvo un superávit no menor a los u$s15.000 millones (falta oficializar el dato de diciembre). Se trata de un cambio radical frente a los u$s3.700 millones que había arrojado el 2018.

Las importaciones, en tanto, sumaron unos u$s49.500 millones, un 25% por debajo de los niveles del 2018, lo que representó un «ahorro» de casi u$s16.000 millones.

¿Habrá espacio para seguir reduciéndolas? En el gremio de los economistas creen que no hay mucho margen: los bienes de consumo final representan apenas el 12% de la torta de importaciones. Bienes de capital, insumos y energía se llevan nada menos que el 82% del total. El resto son autos.

A esto se suma un tema no menor: la estrepitosa caída de las importaciones respondió básicamente a la crisis que afectó a la economía en el último tramo del macrismo. Si bien no se espera un «milagro» para 2020 –de hecho, hay consenso entre consultoras sobre otra caída del PBI este año-, cualquier mejora impactará en una mayor demanda de importaciones.

¿Cómo controlar las compras al exterior sin dañar al tejido industrial? ¿Cómo limitar la oferta importada sin fogonear la suba de precios? Y, lo más importante, ¿qué espacio hay para aplicar restricciones sin que proliferen represalias comerciales, en un contexto global cada vez más beligerante? Son muchas preguntas para un Gobierno que recién está empezando a convocar a las empresas para conocer sus planes 2020.