Joaquín Guzmán Loera, el capo del narcotráfico conocido como el Chapo, eludió la captura del gobierno en numerosas ocasiones: en túneles, detrás de armarios, debajo de bañeras y a través de desfiladeros escarpados en las remotas montañas de Sinaloa. Incluso logró escapar de la cárcel, dos veces.
Esta semana, el último miembro de la familia en escapar de una aprehensión —el hijo del Chapo, Ovidio Guzmán López— logró su propia hazaña de humillación al gobierno cuando secuaces del cartel obligaron a una patrulla de al menos 30 elementos de las fuerzas gubernamentales a entregarlo después de haber sido capturado.
La impactante rendición —con las fuerzas mexicanas terriblemente superadas, como rehenes de los criminales y obligadas a liberar a un sospechoso prominente bajo su custodia— comenzó el jueves cuando el Cartel de Sinaloa, al cual alguna vez lideró el Chapo, realizó un sitio en la ciudad de Culiacán. Videos de balaceras violentas en las calles, de hombres armados que bloqueaban los caminos, de los habitantes que huían para resguardarse y de nubes de humo negro que se elevaban de los vehículos en llamas saturaron las redes sociales.
Hubo una gran cantidad de reportes en los cuales se señalaba que, después de la captura del joven Guzmán, su cartel organizó un ataque violento para obtener su libertad y evitar su extradición a Estados Unidos. Sin embargo, el gobierno guardó silencio y les pidió a los ciudadanos que permanecieran al interior de los inmuebles y evitaran salir a la calle durante la mayor parte del día.
Más tarde, el gobierno aclaró el asunto, al menos de manera parcial, al mencionar que una patrulla se había encontrado con Guzmán, pero había suspendido la operación al ser superada en número y armamento por los combatientes enemigos. La mañana siguiente, la verdad salió a la luz, gracias a la intervención de los medios locales. En realidad, la patrulla era parte de una operación planeada para capturar a Guzmán y extraditarlo a Estados Unidos, reconoció el gobierno el viernes.
Las fuerzas armadas lograron detenerlo, pero las obligaron a dejarlo en libertad después de que ocho de sus miembros fueron tomados a la fuerza y mantenidos como rehenes, señaló el gobierno. Al verse rodeados de enemigos, sin ningún plan definido para la llegada de refuerzos por tierra o por aire ni tampoco alguna estrategia de salida definida, los soldados se rindieron y dejaron ir a Guzmán.
“Tomaron decisiones que yo respaldo, que yo avalo, porque se tornó muy difícil la situación y estaban en riesgo muchos ciudadanos, muchas personas, muchos seres humanos. Y se decidió proteger la vida de las personas”, mencionó el presidente Andrés Manuel López Obrador en una conferencia de prensa celebrada el viernes. “No puede valer más la captura de un delincuente que las vidas de las personas”.
De acuerdo con un ex funcionario estadounidense y otra persona con información sobre el asunto, la fuerza detrás de la respuesta rápida y efectiva del cartel fue otro Guzmán, el hijo mayor del Chapo, Iván, quien ha asumido un papel destacado en el cartel desde que su padre fue capturado y extraditado a Estados Unidos y sentenciado en julio a cadena perpetua por los cargos de narcotráfico, asesinato y lavado de dinero.