El presidente boliviano, Evo Morales, llegó al poder en 2006 prometiendo levantar a los largamente marginalizados Quechua, Guaraní y Aymara, pueblos indígenas que componen gran parte de la población del país andino y de los que proviene el actual mandatario.
Morales -para muchos simplemente “Evo”- ayudó a sacar a muchos bolivianos de la pobreza y hasta cambió el nombre del país a Estado Plurinacional de Bolivia, resaltando la diversidad de grupos étnicos que pueblan el país y que durante mucho tiempo fueron tratados como ciudadanos de segunda clase.
Pero ahora, en momentos en que el líder de izquierda busca obtener un controvertido cuarto mandato consecutivo, Morales se ha encontrado con una creciente marea de descontento, incluso entre los grupos indígenas a quienes defendió. La situación es el mayor desafío para el hombre que hace casi 14 años conduce la nación sudamericana.
El presidente boliviano, Evo Morales, llegó al poder en 2006 prometiendo levantar a los largamente marginalizados Quechua, Guaraní y Aymara, pueblos indígenas que componen gran parte de la población del país andino y de los que proviene el actual mandatario
Los comicios presidenciales de Bolivia se realizarán el 20 de octubre, una elección trascendental en la que Morales podría enfrentarse a su desafío electoral más feroz, con su rival Carlos Mesa acortando el margen que lo separa del presidente en la mayoría de las encuestas publicadas.
Evo, un granjero de coca que ahora acostumbra a usar trajes de lana de alpaca con bordados coloridos, necesitará el apoyo de los alrededor de 4 millones de indígenas para extender su administración a 19 años ininterrumpidos, desafiando los límites de mandato y el resultado de un referéndum. Sin embargo, muchos de los Aymara -uno de los más extendidos pueblos de Bolivia y al que pertenece Morales- están divididos sobre su candidatura.