Este año, la inflación proyectada en 15% terminará cerca del 45%, la economía no crece, la deuda aumentó y al cerrarse los mercados y seguir teniendo déficit primario el gobierno de Mauricio Macri volvió a utilizar una vieja receta: recurrió al Fondo Monetario Internacional (FMI). Unos meses antes, la sobrevaluación del peso llegó a su fin, pero las primeras consecuencias de la devaluación, como siempre, suman a la crisis. De hecho, las canastas que definen pobreza e indigencia marcaron el mes pasado una suba de 7,5% contra septiembre, superior en más de dos puntos a la variación promedio de los precios que fue de 5,4%. Por si faltan datos negativos, las tasas rondan el 60% y el desempleo araña el 10%.
Con todo este panorama, el Gobierno culmina 2018 y comienza el año electoral, donde Cambiemos se juega la continuidad. Si es por los números, el pronóstico de triunfo no tiene por qué ser bueno. Sin embargo, hay un sostén de peso, que no necesariamente es decisivo pero claramente hay que tener en cuenta. Ese sostén es Donald Trump.
Hay que recorrer los principales centros de poder estadounidenses para confirmar el apoyo internacional que tienen Mauricio Macri y sus políticas de Gobierno. Tanto el Departamento de Estado, como el Tesoro, el Banco Mundial o colaboradores y ex colaboradores de Trump tienen un discurso similar: en la Argentina, Macri.
La pregunta es por qué, si los números de la economía no acompañan. La respuesta en gran parte es política. Para Estados Unidos, Macri es garantía de tener “el patio trasero en orden”. Estados Unidos no quiere más gobiernos “populistas” en la región. Si bien su enemigo actual es Nicolás Maduro, el presidente de Venezuela, país al que no todos descartan una intervención militar, si Cristina Fernandez de Kirchner vuelve a ser una opción para gobernar el país, la preocupación irá en aumento.
Por eso, ante la crisis financiera argentina, al FMI, cuyo mayor aportante es Estados Unidos, no le tembló el pulso para poner en marcha el mayor crédito que el organismo otorgó en su historia. El otro enemigo de Estados Unidos es nada menos que China. Y el avance del país asiático en Sudamérica, que le agregó a producir barato y comprar bonos del tesoro americano, la compra de empresas y el financiamiento de megaobras en la región, también les quita el sueño a los colaboradores de Trump, tanto como cuando su jefe se pone a tuitear y romper con cualquier protocolo de buenas costumbres.
Otro dato a tener en cuenta a la hora de hablar del respaldo de Estados Unidos es que Trump, que odia las reuniones protocolares y los congresos, llegará a la Argentina para participar del G20. La decisión de poner un pie en Buenos Aires y además tener una reunión bilateral con el presidente argentino, también es otra muestra del respaldo a Macri, al menos así, lo aseguran en Washington.
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