La historia terminó en la nada, pero esconde ribetes escandalosos. En su fallo, el juez Daniel Rafecas reconoce que nunca vio algo similar en sus treinta años de carrera judicial. Se refiere a las "similitudes" entre las denuncias contra la diputada Elisa Carrió. La primera es de un albañil, Saúl Enrique Paz, que admitió haber cobrado $1.500 para hacerle un "favor" a un conocido del barrio. La segunda lleva la firma de un abogado, pero es casi una copia de la anterior. Y se hizo una hora después –sí, apenas una hora– de que el primer "denunciante" faltó a la audiencia para ratificarla.
Vayamos por partes. En noviembre del año pasado, ingresó a Comodoro Py la denuncia firmada por Paz, un humilde albañil que vive junto a su familia en la localidad de Derqui, partido de Pilar (ver foto). El supuesto denunciante fue convocado para ratificarla, pero faltó. Lo citaron nuevamente el 10 de marzo de este año. Tenía que presentarse a las 9:30 de la mañana. Otra vez faltó. Una hora después, es decir a las 10:30, el abogado Mariano Valdez presentó una nueva denuncia contra Carrió. Era idéntica a la anterior.
La operación judicial –la diputada directamente apuntó a los servicios de inteligencia– se cayó hace pocos días, cuando el albañil se presentó en Comodoro Py como testigo. Fue luego de que la Sala II de la Cámara Federal Porteña ordenara reabrir la denuncia.
En esa oportunidad, Paz admitió que era su firma, pero dijo que lo hizo a cambio de $1.500 que le habría pagado un hombre de nacionalidad peruana. Nunca leyó el papel.
"A mí una persona conocida del barrio a quien conocí jugando al fútbol en la cancha del barrio, de nombre Alan González, de nacionalidad peruana, que vive en un barrio de tres manzanas en Derqui, que le dicen el barrio de los peruanos, me pidió que saliese de testigo, que firmara ese documento y que me iba a dar $1.500 y me los dio, era para la época de las Fiestas. Yo pensé que me estaba pidiendo que saliese de testigo para él, para una causa suya, por un problema que había tenido en su trabajo", declaró el albañil ante el juez Rafecas. Ante semejante "confesión", Carrió pidió por la seguridad de su denunciante.
El supuesto "instigador" no solamente le pagó $1.500 sino que lo llevó en su camioneta hasta los tribunales de Comodoro Py cuando tenía que ratificar la denuncia. "Después de dejar ese escrito, cada uno se fue por su lado, yo me tomé el tren San Martín", contó Paz. Durante ese trámite, siempre según el testimonio del albañil, González mandaba todo el tiempo mensajes de texto.