Del Coloquio del año pasado a este, IDEA perdió identidad simbólica. Sin un kirchnerismo al cual oponerse, esta vez no hubo defensa de una agenda sectorial ni una generación de nuevas ideas, más bien funcionó como una caja de resonancia del discurso político del poder Ejecutivo, una mega conferencia de prensa de funcionarios de primera línea sin nada nuevo.
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Y la ironía más grande fue escuchar al profundamente kirchnerista senador Miguel Ángel Pichetto devenir en vocero genuino de los empresarios al enumerar una a una las necesidades más urgentes del sector empresario a las que los funcionarios les esquivaron el bulto durante tres días: pautas claras de cara a las paritarias, información sobre el costo de la energía a futuro y morigerar la carga tributaria.
En presencia de un Gobierno de CEOs, los intereses empresarios pueden llegar a mejor puerto si se los discute a puertas cerradas. Tal es así que probablemente el próximo encuentro de IDEA sea en la Casa Rosada.
El poder simbólico de IDEA se desdibujó y, sin embargo, en medio de una agenda tan cargada de urgencias, pasó desapercibido. Las empresas más fuertes e innovadoras como Mercado Libre no asistieron. Sí hubo una masiva convocatoria de primerizos que, encontraban en el Coloquio una oportunidad única de contacto con el Gobierno, una suerte de miniDavos, ya no for export, sino para el mercado interno.
Los que tampoco asistieron fueron los sindicalistas. Y este punto es clave si se tiene en cuenta que se le dedicó una jornada íntegra al concepto de construir "puentes al futuro" y renovar el pacto social nada más ni nada menos que con los que se encargaron de no invitar. El año anterior sí habían sido invitado representantes de los trabajadores y en esta ocasión su ausencia no pasó desapercibida.
Esta vez no hubo críticas al Gobierno. Por el contrario, el armado del programa tuvo sabor a cabeza gacha y cola entre las patas. Es que, en la edición anterior, el invitado estrella había sido Daniel Scioli a quien esta vez no lo dejaron participar aunque LPO pudo saber que pidió ser invitado. Así, este encuentro fue más bien una disculpa o reivindicación con el presidente Macri, “un empresario, uno de los suyos”.
En efecto, Mauricio Macri no dudó en hacérselos sentir. Con mucha altura y un discurso en el que se lo vio más cómodo que en otras circunstancias, repasó punto por punto las cuestiones que él les había prometido a sus pares empresarios que haría en caso de llegar al Ejecutivo y que de hecho cumplió. De ninguna manera fue un reproche por no haber sido él en 2015 el invitado como “candidato presidencial”. Al contrario, se mostró holgado y de entre casa, como si tras un Coloquio organizado a la medida del Gobierno, no hicieran falta ni los reproches ni las disculpas.
Este es el punto en el que, incluso dentro de la organización, se plantean las divergencias. Por un lado, los que leen que sin el contrapeso del kirchnerismo y la fuerza que les daba ser oposición, IDEA pierde poder simbólico e identidad social. Ya no es una voz disruptiva y necesita encontrar un nuevo contenido sin perder la autenticidad en su propuesta.
Precisamente porque ser un espacio de representación apartidario y con una pujanza propia, le dio la autoridad social que hoy tiene. En este sentido, se teme que este desdibujo haga que el Coloquio que supieron construir termine por convertirse en otro espacio donde primen la corrección política y no la expresión sincera de necesidades y consensos.
Por otro, los que creen que, en presencia de un Gobierno de CEOs, los intereses empresarios pueden llegar a mejor puerto si se los discute a puertas cerradas y en el camino se deja caer la imagen social y política del espacio como lugar de encuentro de intereses genuinos independientes del poder de turno. Tal es así que probablemente el próximo encuentro de IDEA sea en la mismísima Casa Rosada. Y por eso suena para próximo presidente del Coloquio el nombre del CEO de Pirelli, Natale Rigano.
La pregunta a los asistentes sobre qué se llevaron de IDEA fue clave. Mientras antes se iban con la claridad de que en el Coloquio se había avanzado en una consigna o propuesta en particular, ahora se llevan la sensación de que se tocaron muchos temas y no se llegó a ningún enunciado concreto. De los expositores sí se llevaron una reflexión, del Gobierno sí se llevaron un compromiso, pero de IDEA en sí misma no hubo un mensaje nítido. En este nuevo escenario, el Coloquio no logró diferenciarse de los demás eventos empresarios del año.
Entiéndase bien, no es que los ejes que atravesaron a todos los paneles no sean importantes o que la organización fuera menos que excelente. Es que no aporta nada nuevo repetir que la corrupción, la inseguridad y un tercio de la población bajo la pobreza son inaceptables. Eso se sabía desde antes. Tampoco suma que los políticos repitan lo que ya dijeron en su última conferencia de prensa. Esta vez IDEA no trajo nada nuevo, salvo un panel con representantes de casi todo el arco político sentados juntos y no separados por una puerta giratoria donde entra uno y sale el otro, como graficó Margarita Stolbizer.
Quizás éste, por ser el primer encuentro tras el cambio de signo político, no logró transmitir una idea clara; pero en el próximo logren ahondar en este nuevo perfil de generador de consensos en el que en este encuentro dieron el primer paso aunque sin trabajadores y con miembros de todos los partidos políticos salvo la izquierda. Una suerte de “primero pongámonos de acuerdo entre nosotros y el año que viene avanzamos en ponernos de acuerdo con los demás”.
Ambos caminos están planteados y pueden llegar a resultados válidos, aunque de momento parece más fuerte el giro pro-Gobierno. Como sea, el Coloquio de IDEA ya no es lo que era y necesita un replanteo de su identidad, ya que no va a ser opositora al Gobierno.
Y más aun si Pichetto, contra todos los pronósticos, va a devenir en vocero del sector empresarial al ser el único en denunciar que el aumento de impuestos provinciales del orden del 35% al 38% deja muy mal parados a los empresarios a la hora de negociar paritarias debajo del 20%, o que Ingresos Brutos es un impuesto con un costo distorsivo enorme (como sí mencionaron en varias ocasiones los asistentes), o que las industrias electrointensivas van a llegar a noviembre sin saber si en menos de seis meses van a tener que cerrar sus puertas porque no les van a cerrar los costos o si deberían estar invirtiendo ya en ampliarse porque la tarifa eléctrica va a ser razonable.