Con la comunidad internacional como testigo, el presidente Juan Manuel Santos y el máximo jefe de la guerrilla de las FARC, Timochenko, sellaron en el caribeño puerto de Cartagena un histórico Acuerdo de Paz para poner fin a más de medio siglo de guerra. Dos terceras partes de los habitantes de la nación andina celebran en las calles, universidades, plazas y redes sociales, mientras que el resto piensa que el Estado entregó demasiado a los rebeldes a cambio de que dejen las armas, según las encuestas.
En “La Heroica”, como los colombianos identifican a Cartagena, estarán presentes personalidades del mundo, entre ellos 15 Jefes de Estado y de Gobierno de América, el Secretario General de Naciones Unidas, el Secretario de Estado de Estados Unidos, un delegado del Vaticano, entre otros, para ser testigos de la ceremonia de firma del Acuerdo de Paz, resultado de cuatro años de negociaciones intensas iniciadas formalmente en 2012, la mayoría de las cuales se desarrollaron en La Habana, con el apoyo de dicho gobierno y de Noruega, Chile y Venezuela. Al acto asistirán 2.500 personas.
“Colombia es el centro de la paz del mundo, un mundo amenazado. Colombia genera esperanza para el mundo. Se abre una nueva historia para Latinoamérica”, aseguró Raúl Castro, presidente cubano, al arribar hacia el mediodía de ayer, al balneario caribeño.
Pero si las tratativas de paz entre el Gobierno Santos y las FARC fueron difíciles, durante cuatro años, el camino que siguió desde el anuncio del Acuerdo no lo ha sido menos. Más se demoraron los negociadores del Gobierno y del grupo rebelde en anunciar, en agosto pasado, el logro del Acuerdo, que en surgir dudas, posturas críticas y advertencias sobre supuestas extralimitaciones del Gobierno a la hora de entregar concesiones a los rebeldes a cambio de la firma.
Desde entonces la sociedad colombiana se polarizó frente a lo acordado. Al tiempo que el Gobierno abrió las compuertas del presupuesto nacional para hacer publicidad a favor de los acuerdos, sectores de oposición liderados por los ex presidentes Andrés Pastrana (1998-2002) y Alvaro Uribe Vélez (2002-2010) se dedicaron a liderar campañas en contra de lo pactado, valiéndose de no pocas mentiras y anunciando el peligro sobre la “venezualización de Colombia” en donde el término “CastroChavista” fue usado para infundir temor entre la población.
Para que el Acuerdo sea refrendado, la legislación exige que acudan a las urnas más de 4,5 millones de colombianos, de los 35 millones aptos para sufragar. Si el NO llegase a alcanzar la mayoría, las negociaciones quedarían sin piso y los rebeldes regresarían a la selva. Con el acuerdo se logró consenso frente a temas de tenencia de la tierra, combate al narcotráfico, participación política de las FARC y resarcimiento a las víctimas.
Como preámbulo para la firma del Acuerdo, unos cuatro mil rebeldes de las FARC y sus máximos dirigentes, se congregaron en la selva del sur del país, en una convención en la que socializaron los alcances de las negociaciones y realizaron una especie de votación para hablar sobre el postconflicto y la transformación en un movimiento político. Con la firma del Acuerdo, y la posterior refrendación, los rebeldes podrían convertirse en partido político.