La deuda pública subió de US$144.500 millones en 2001 a más de US$250.000 millones en 2015. Si se agregan deudas no contabilizadas, el endeudamiento trepa a más de US$275.000 millones. Pero el gobierno saliente habló de desendeudamiento ¿Qué pasó?
A partir de 2006 se fue cancelando deuda con acreedores privados y organismos financieros tomando reservas y fondos del BCRA y otros organismos públicos. Se “rescató” así el pago de esa deuda, a tal punto que ahora más de la mitad es “intraestatal”, dejando al BCRA sin reservas, también endeudado y vaciado, y al Tesoro con las cuentas “en rojo”. El “broche final” se conoció el miércoles 9: el Gobierno K dejó una autorización por US$3.558 millones para seguir pagando deuda de este año con reservas.
“Pocas veces en la historia reciente un engañoso discurso oficial sobre la deuda pública ha sido tan funcional a los intereses de los acreedores financieros del Estado”, admite el especialista Héctor Giuliano.
La deuda del Gobierno con el BCRA está documentada en Letras Intransferibles a 10 años. Ya en enero vence la primera por US$9.530 millones correspondiente al pago al FMI en 2006. En el Presupuesto 2016 votado semanas atrás se contempla renovarlo porque el Gobierno no tiene los dólares para pagarlo, además de autorizar el uso de otros US$6.525 millones de las reservas para cancelar la deuda de 2016.
La deuda del Tesoro, en pesos y dólares, con el BCRA supera los US$105.000 millones. Bien contabilizados, implica que el BCRA tiene patrimonio negativo.
“El problema es que para tener una moneda más sólida, tarde o temprano habrá que recapitalizar al BCRA, con lo cual es posible que en el futuro estas Letras deban ser recompradas o pagadas por el Tesoro con dólares y eso implicaría que esta deuda que se toma hoy con el BCRA se convierta en deuda con el sector privado en el futuro”, plantea el economista Fausto Spotorno. En el nuevo equipo económico hay planteos de ir reemplazando esas Letras por bonos del Tesoro, “lo que implicaría la triangulación con inversores financieros que compren luego dichos bonos a los tenedores, posesionándose así de esa nueva deuda del Estado”, explica Giuliano.
Así las cosas, agotado el “desendeudamiento” vía descapitalización o vaciamiento del BCRA, se abriría una nueva etapa de “re-endeudamiento” en el mercado, proceso que en realidad inició Axel Kicillof con el festival de bonos Bonar 2020 y Bonar 2024, en colocaciones de poca monta a pesar de la exorbitante tasa de interés ofrecida (8 y 8,75% anual en dólares) con un rendimiento real encima del 9%.
El reendeudamiento no se limita a las Letras. En la agenda figura un “préstamo-puente”, proveniente de bancos internacionales, en la plaza de Nueva York. El comentario es que habría un pool liderado por la Banca Morgan. Y que como muestra de confianza, esta entidad habría ofrecido US$5.000 millones de crédito directo y US$10.000 millones como agente de grupos de inversores. También, estarían en cartera “nuevas colocaciones de bonos en moneda extranjera a mediano plazo”, dice Giuliano.
Están, además, los eventuales bonos para cubrir las diferencias por las ventas de dólares-futuro y el stock de dólares adeudados de importadores y grandes empresas.
Y eventuales bonos en caso de arreglo con los “fondos buitre”. Y la emisión de bonos del Tesoro en reemplazo de las Letras, para financiar el déficit fiscal y las que surjan de una revisión de las cuentas públicas. En síntesis: comisiones y servicios de la deuda más altos.