Por Jorge Lindón - Esta vez Jujuy no será el bastión histórico del peronismo conservador, tampoco Buenos Aires. Ambos distritos rompieron el paradigma del votante peronista consuetudinario, sometido a la dádiva de una estructura feudal que replicaba el arcaico modelo de Jujuy en cada jurisdicción de múltiples y corruptos minigobernadores llamados barones del conurbano bonaerense.
El cambió ya se produjo en la Argentina, la cual ingresó tardíamente a los estándares del siglo 21; esta vez el desafío quedó en manos de los dirigentes que deberán satisfacer nuevas metas y objetivos sociales, entre ellos María Eugenia Vidal y Gerardo Morales a la cabeza, y desde el domingo a la noche se sumará Mauricio Macri a la trilogía histórica que tendrá en sus manos el poder de dar una vuelta de página en todo el país.
Es imposible ignorar la frescura que se instaló en el ambiente cívico, donde las esperanzas de cambio esperan concretarse el domingo por la noche cuando Mauricio Macri alcance la presidencia, a pesar que hasta el propio Daniel Scioli carga en su afán presidencialista rasgos de una nueva etapa, pero llega desteñido y diluido, ya sin chances; Cristina lo ultimó el día que lo eligió.
Hoy Florencio Randazzo, recuperado del desaire de haber sido proscripto para participar en las PASO, es resucitado promocionando la Presidencia en los últimos días de su gestión en el Ministerio de Transporte, quizás como un anunció de quien disputará la conducción del PJ, presidencia que el mismo lunes 23 de noviembre Eduardo Fellner deberá dejar.
Lo que resulta interesante para Jujuy es que la provincia salió del armario, el feudo está en ruinas, el cual fue hasta el pasado 25 de octubre un verdadero laboratorio de ensayo del ultra kirchnerismo que cedió toda autonomía en aras de rasgos totalitarios.
La reacción del pueblo jujeño fue el termómetro de la caída inexorable del FPV en Buenos Aires; esta hipótesis fue publicada meses atrás dando una firme señal de un paralelismo sociológico que nos inducía a una especulación que finalmente pudo corroborarse, como además el domingo podrá darse por consumada la hipótesis cuando Daniel Scioli desde su despoblado bunker salga a reconocer la derrota.
Pero en el nuevo orden, Jujuy, junto a la provincia de Buenos Aires, quedarán en la vidriera, donde ya no será el cambio de conducción la esencia del atractivo. Luego del 10 de diciembre serán las gestiones mas sometidas a la crítica, ya que desde sus errores podría nutrirse la reinvención de un peronismo posiblemente eterno, y por lo tanto cultural, que tendrá a Florencio Randazzo (K), Juan Manuel Urtubey (peronismo conservador) y José Manuel de la Sota (UNA) en la puja por la renovación.
En ese sentido el desafío de los gobiernos estrellas deberán ser contra revolucionarios, en el buen sentido, restituyentes de la división de poderes, transparentes, pero sobre todas las cosas instrumentos abiertos para la realización de los proyectos colectivos y personales, con la mochila de campaña de erradicar la pobreza y corregir las históricas asimetrías de un modelo centralista agotado.