Por Mariano Dayan
Gritalo, festejalo. Ganar así suma mucho más que tres puntos. Suma en lo espiritual, en lo emocional, en lo grupal. Porque no sólo fue 1-0 en Córdoba sino que importa más el cómo. Y acá no es para sacar pecho por el nivel futbolístico sino por el aguante que tuvo Boca, que mostraron esos nueve que se quedaron en cancha para bancar la parada. Rechazando centros de todos lados, peleando cada pelota como se debe, tratando de cerrar espacios contra un Belgrano que atacó sin inteligencia pero lo tuvo ahí. Esta vez el "huevo, huevo, huevo" fue mucho más que el "juego, juego, juego". Porque bancó con dos hombres menos durante media hora al bravo Pirata cordobés, sin jugar bien en toda la noche.
Nueve de oro fueron los que se quedaron en cancha, ordenándose. Tevez corriendo a lo loco, generando faltas, como lo tiene que hacer un referente. Meli cuando entró por Bentancur, Fuenzalida cuando reemplazó a Calleri, cuando el debutante Tobio entró por el lesionado Rolín. Todos hicieron el aguante, "es el triunfo del plantel", como bien dijo Carlitos. Carácter de Boca para llevarse los tres puntos de Córdoba, para sacarles tres a sus seguidores, San Lorenzo (empató) y River.
Son esos partidos que se celebran por el resultado y por cómo se generó. En la difícil, cuando era una noche de triunfo y nada más, Boca se plantó, ayudado por un Belgrano al que le faltó la puntada final. Lo importante es que supo manejar los tiempos, supo cerrarse y hasta por momentos tuvo la pelota cuando le llegó allá arriba a Tevez.
Fue efectivo Boca: una chance de gol y a cobrar, con esa zurda del goleador menos pensando como Gago. Tendrá Arruabarrena que hablar con jugadores como Pablo Pérez, que se hacen expulsar tan tontamente cuando ya estaba en la cuerda floja; o con Peruzzi, que metió una murra cuando ya estaban con diez. Pero esta vez el equipo, que en alguna oportunidad no supo controlarse en desventaja numérica, tuvo la madurez necesaria para aguantarlo con el corazón.